Imago Clínica Psicoanalítica

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Artículos de psicología y psicoanálisis.

Gilles Bibeau, Montreal, 16 octubre 2015

Extracto traducido por I. Sanfeliu

    Acabo de volver de un viaje de dos semanas por Israel y Palestina durante el que las escenas de violencia comenzaron y se multiplicaron con el paso de los días. Desde principios de octubre, los ataques con cuchillo empezaron a surgir en la Ciudad Vieja de Jerusalén antes de extenderse a través de Cisjordania, sobre todo en la proximidad de las colonias -los «asentamientos», como se nombran en la jerga israelí.

    Así, en el check point de Qalandiya a la salida de Ramallah en dirección a Jerusalén, muchos jóvenes, chicos y chicas, encapuchados y con máscaras -el keffiyeh rojo de la OLP ha desaparecido- empezaron a tirar piedras en dirección a los soldados que se defendían con gases lacrimógenos, balas de caucho e, incluso, según algunos relatos, con fuego real.

    La situación se degradó rápidamente cuando jóvenes palestinos encolerizados mataron, el 2 de octubre, a una pareja de colonos cerca de Nablus en Cisjordania y un chico de 19 años de una familia de Ramallah atacó -aparentemente sin cómplices- con un arma blanca a dos judíos ultra-ortodoxos que iban a orar al muro de las lamentaciones. Desde el 9 de octubre, la franja de Gaza entró en una espiral de violencia. Desde principios a mediados de octubre, se han contabilizado cerca cuarenta muertos -muchos son los autores de los ataques con cuchillos a los israelitas- y más de mil heridos palestinos, y siete muertos y decenas de heridos israelís.

    Lo que está sucediendo exige por nuestra parte un profundo análisis que tenga en cuenta la complejidad y la intrincación de diversas causas, algunas profundas y otras coyunturales. La generación de jóvenes palestinos que se radicaliza hoy en día, ha nacido después de los acuerdos de Oslo (1993) que desgraciadamente han permanecido, en gran parte, como letra muerta. Estos chicos y chicas que se han denominado «los niños post-Oslo» son conscientes del hecho de que nada ha cambiado sustancialmente desde hace veinte años en la situación política palestina, que la ocupación israelita hace cada vez más incierta la creación de un Estado palestino y que las perspectivas para el futuro están bloqueadas. Esta juventud aparentemente dispuesta a sacrificarse, es impotente testimonio del bloqueo del horizonte político y del crecimiento de la desigualdad que se expresa a través de la Cisjordania en la que los settlers de las colonias se muestran cada vez más seguros de su derecho. También en la Jerusalén este árabe, donde aumenta la ocupación israelí día a día en numerosos barrios: en Silwan y Al-Bustan, en el valle del Cedrón, donde la municipalidad de Jerusalén ha anunciado querer restaurar el «jardín del rey» David, en Sheikh Jarrah donde la presencia de colonos judíos se ha hecho ostentosa, ondeando la bandera azul y blanca israelí sobre cada casa tomada por judíos…

    Los «niños post-Oslo» también han perdido la confianza en sus propios líderes políticos -Mahmoud Abbas les parece débil e incapaz de imponer las exigencias Palestinas frente a un gobierno israelita cada vez más dominado por la extrema derecha. Por parte del gobierno de Netanyahu, la respuesta a la ola de violencia siempre es la misma: una vez más Israel es víctima del terrorismo palestino, del odio de los árabes hacia los judíos, un odio alimentado, repite Netanyahu por la retórica antijudía de los líderes palestinos… Sin embargo, fundamentalmente es el deterioro de estas viejas políticas lo que nutre, al alba de una tercera Intifada, la cólera de los jóvenes palestinos.

    A este marco de fondo, habría que añadir algunos sucesos recientes que han hecho explotar, en este preciso momento, la violencia de los jóvenes y provocado de forma más amplia la cólera de los Palestinos. Estos sucesos están directamente ligados con el derecho de los judíos a ir -sobre todo a orar- a la Explanada de las Mezquitas, lugar sagrado tanto para musulmanes como para judíos…

    En el nuevo gabinete de Netanyahu, el ministro Uri Ariel… promueve abiertamente el proyecto de construcción de un tercer templo sobre el supuesto emplazamiento de los dos primeros. De forma que en el curso de los últimos meses, el ministro Ariel ha ido en muchas ocasiones a la Explanada, provocando la cólera de las autoridades religiosas musulmanas guardianas del lugar. Recuerdo que en 2000, la visita de Ariel Sharon a la misma explanada contribuyó a provocar la segunda Intifada… Repitiendo el gesto de Sharon, el ministro Uri Ariel ha provocado claramente a los palestinos que están cada vez más convencidos de que el gobierno israelí quiere cambiar su política sobre los derechos de los judíos sobre el Monte del Templo…

    La coyuntura del calendario de fiestas religiosas ha contribuido a mostrar la creciente violencia. Judíos de todas las tendencias venidos del mundo entero… han celebrado durante siete días la Fiesta de las cabañas que rememora el deambular de los israelitas en el Sinaí… Nunca vi tantos judíos en mis tres viajes anteriores.

    Los dispositivos israelitas -ya masivos normalmente- para garantizar la seguridad, se han reforzado notablemente… ¿Tienen claro estos visitantes que la Explanada de las Mezquitas constituye el auténtico epicentro de la nueva tensión entre israelitas y palestinos?…

    Obsesionado por entender y profundizar el sentido del renacer de la violencia que se está dando, recurrí en este viaje reciente, a las habituales herramientas de la antropología para reunir, sin caricaturizar, la vida y la historia de estos dos pueblos que están atrapados por su doloroso destino. A través del ojo que observa y el oído que escucha, registré ciertas escenas y múltiples voces se hicieron entender a través de conversaciones, testimonios y confesiones. La imagen ensordecedora de este viaje exige un análisis y una verdad que se imponga con urgencia y no se limite, en los medios oficiales, a denunciar el terrorismo de los unos omitiendo cuestionar el poder hegemónico de los otros…

    Los «niños post-Oslo» denuncian, a través de sus gestos violentos, el horror de una situación congelada que lo único que hace es degradarse. No consigo disociarme de estos jóvenes hacia los que siento una gran compasión… Escribo esto al tiempo que me digo que amo inmensamente al mundo judío y que me inclino ante su humanismo y su espiritualidad. Sin embargo, este no es el mundo del que políticos como Netanyahu, Uri Ariel o Naftali Bennett se hacen portavoces.

    Comentario de Essedik Jeddi

    ¿Es posible luchar contra el terrorismo internacionalizado y mundializado actualmente que parece a punto de escapar a las razones que -si no organizarlo- al menos favorece en el marco del caos creativo que apunta a hacer emerger un nuevo Oriente Medio, con un nuevo Sykes-Picot y un nuevo mapa geopolítico mundial como solución a la crisis del capitalismo financiero, así como el cuestionamiento del conjunto de los conceptos a los que se adhiere nuestra forma de pensar y percibir el mundo? ¿Es posible combatir el terrorismo mundializado sin movilizarse contra el terrorismo de estado israelí? Es un terrorismo que continúa desarrollándose reduciendo cada vez más el espacio vital de cada palestino, de cada familia palestina, hasta la destrucción de las vías de acceso a su espacio agrícola de supervivencia, la destrucción de sus olivares y el proceso de deshumanización… que llega a la negativa a su derecho de sepultura y, por último, la destrucción de su hogar para condenar a su familia a un errar todavía más desestabilizador de lo que le resta como espacio de resistencia institucional.

    Ciertamente, tras los dramas a que nos ha sometido el terrorismo de El Bardo, en Soussa, en Túnez, en Borj al-Barajina en Beirut, en París, en Estambul, en Siria, Irak, Libia… como repensar la política y lo que atañe a la seguridad para confrontar ese azote a nivel nacional, regional e internacional, sin tener en cuenta el terrorismo de Estado con el parece identificarse el terrorismo de Daech y los grupos que rodean un Daech que se denomina a sí mismo como Estado terrorista?

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