La evolución del concepto de grupo operativo.
Antonio García de la Hoz
Clínica y Análisis Grupal – 1977 – Nº 2
Vol. 2 (1) Págs. 046 – 055
El grupo operativo es una técnica reciente y aún con poca bibliografía. En su desarrollo se pueden vislumbrar tres momentos históricos diferentes, cada uno con unas características distintivas. Un primer momento corresponderá al creador de la técnica: Enrique Pichón Riviere. El segundo comprende las correcciones y los ajustes conceptuales dados por Armando Bauleo, discípulo del anterior. Ambos pertenecen a lo que se podría denominar Escuela Argentina de Psicoterapia de Grupo. Un tercer momento, más próximo, marcado por la organización de lo dado nocionalmente en una práctica del Grupo Operativo con inserciones en las características españolas, llevada a cabo por Nicolás Caparrós, que se puede leer en un extenso artículo de reciente publicación en colaboración con Susana López Ornat.
Enrique Pichon Riviere es, como anticipaba, el creador de la técnica de Grupo Operativo. El punto de partida de la investigación lo provocó una experiencia en Rosario (1958), que fue planificada mediante una estrategia y una práctica operativa instrumental. La estrategia fue la creación de una situación de laboratorio Social al estilo de como eran los investigados por seguidores de Lewin, la láctica era totalmente grupal y la técnica fue el trabajo en grupos heterogéneos pequeños, de comunicación y discusión sobre un tema. Estos grupos pequeños heterogéneos son los precursores directos de los grupos operativos en lo que se refiere a la organización y finalidad, puesto que en la praxis ya eran operativos. En estos grupos ya se planteó la existencia de un (Coordinador,, cuyo objetivo era el de lograr que la comunicación dentro del grupo se mantuviera activa, y pudiera ser creadora. El coordinador trataba de mantener y fomentar esta comunicación para alcanzar un desarrollo progresivo (en espiral dialéctica) en el cual coincidirían la didáctica, la comunicación, el aprendizaje y la operatividad.
Pichón Riviere parte de un esquema nocional que denomina ECRO (esquema conceptual, referencial y operativo) creado por él. El ECRO apunta al conjunto de conocimientos y de actitudes que cada uno de nosotros tiene en su mente y con el cual trabaja en relación con el mundo y consigo mismo . En última instancia la comunicación grupal, lo cual se convierte en un objetivo a conseguir, una meta común. Entonces, de acuerdo con esto, la indagación operativa consistiría, entre otras cosas, en la observación de los elementos comunes a cierto tipo de problemas y analizar las posibles soluciones y aún en los casos en que no se introduzcan nuevos medios, se buscaría la optimización de los ya existentes. Con este planteamiento, la técnica se puede aplicar multidireccionalmente (a problemas ejecutivos donde surge la necesidad de especializaron y división del trabajo, a tareas comerciales e industriales, problemas de táctica militar, etc.). En el grupo terapéutico, la tarea sería resolver el común denominador de la ansiedad del grupo, por lo tanto, sería la posibilidad de aprender «tácticas» en un «como si» para elaborar dicha ansiedad.
El grupo operativo tiene su actividad centrada en la movilización de estructuras estereotipadas y en las dificultades del aprendizaje y comunicación provocadas por el monto de ansiedad que despierta todo cambio. En cuanto a la visión del grupo, Pichón dice que debe ser de múltiples tipos (primario, secundario, vertical, horizontal, etc.), pero lo que debe observarse en todos es una heterogeneidad adquirida en la medida en que aumenta la homogeneidad de la tarea.
Ya he mencionado varias veces la palabrearen. Es este un concepto fundamental dentro de la técnica. Pichón Riviere propone una psicoterapia de grupo centrada en una tarea. Es decir, un análisis sistemático de las dificultades en la misma, ya se trate de aprendizaje, curación o creación. El grupo se convierte en el agente de cura y el coordinador devuelve las imágenes de esa estructura que se crea (grupo) en continuo movimiento, encarnando además las finalidades del grupo. Una tarea previa que nos parece sumamente interesante es la ubicación ideológica de los distintos esquemas referenciales empleados por los terapeutas.
Ya hemos citado la elaboración de un ECRO común como tama primordial en un grupo para el establecimiento de la comunicación. Veamos qué otros mecanismos operan en dicha elaboración. Fundamental es el interjuego de roles, que hay que analizarlo constantemente, para lo cual el coordinador se ayuda de un observador y de la lectura de los emergentes grupales. Estos emergentes, según Pichón Riviere, serían los porta-voces de las ansiedades grupales y los depositarios de sus tensiones. En la dinámica del rol de portavoz citado por P. Riviere, éste sería considerado como el integrante más fuerte, convirtiéndose situacionalmente en el más débil por su incapacidad de soportar la depositación masiva de ansiedad, transformándose así en el líder de cambio o de resistencia en el devenir de la terapia. Líder Operativo sería aquel que proporciona pasos para el cambio de situaciones.
El grupo se vuelve operativo, cuando desde una estereotipia inicial, adquiere plasticidad y movilidad a través de la tarea, cuando los roles se hacen Intercambiables, Conceptos importantes en la operatividad de un grupo son la pertenencia, la cooperación y la pertinencia, principios básicos que rigen la estructura de todo grupo humano. En el grupo operativo, la pertenencia tiene que ver con una cohesión del grupo más fuerte que en el primer momento de integración. Es el grado de afiliación de cada integrante a la estructura grupal. Esto permite elaborar a cada integrante una estrategia, una táctica, una técnica y hace posible una planificación. La cooperación consiste en la contribución, aún silenciosa, a la tarea grupal. Se establece sobre la base de roles diferenciados. La pertinencia consiste en el centrarse del grupo en la tarea y en el esclarecimiento de la misma.
P. Riviere afirma que el grupo operativo es «un grupo centrado en la tarea y que tiene por finalidad aprender a pensar en términos de resolución de las dificultades crecidas en el campo grupal» y no en cada integrante, lo que sería un tratamiento individual en el grupo. El paciente que anuncia un acontecimiento es el portavoz de sí mismo y a la vez de las fantasías inconscientes del grupo. En esto reside la gran diferencia de la técnica operativa con respecto a otras técnicas grupales, ya que la interpretación se hace en dos tiempos y en dos direcciones distintas. La interpretación operativa empieza por el portavoz y luego se señala y amplia lo explicitado al grupo, señalando que es un producto de la interacción de los miembros entre sí y el coordinador. Si el portavoz lo que expresa es la resistencia al cambio, el grupo puede solidificarse estereotipándose, como defensa ante la ansiedad que produce el cambio. El grupo es aquí una conspiración que tiende a desplazar al equipo terapéutico (que puede significar ser el agente de cambio). El grupo conspirado tiende a inmovilizarse y a mantener la estructura preexistente.
Lo anterior aparece como período previo a entrar en el tema, denominado por Pichón Riviere, Pretarea, caracterizado por mecanismos de escisión (posición esquizoparanoide), disociando entre el sentir, el pensar y la acción. La pretarea (y sus técnicas disociativas) es un momento habitual en el desarrollo del trabajo grupal, que se estanca si el estereotipo adquiere una rigidez creciente, con lo que la productividad del grupo llega a ser nula.
En términos de trabajo grupal, a la pretarea (puesta en juego de técnicas defensivas, movilizadas por las ansiedades que despierta el cambio), seguiría la tarea (abordaje de estas ansiedades) y luego vendría la elaboración de un proyecto (cuando se logra una pertenencia de los miembros) que se concretaría en una planificación.
La interpretación del coordinador debe orientarse siempre sobre estas situaciones universales, en una formulación que incluya siempre lo vertical del portavoz (aspecto diacrónico) y lo horizontal del grupo (aspecto sincrónico).
En resumen, Pichón Riviere crea la técnica operativa y la centra en la movilización de estructuras estereotipadas y dificultades de aprendizaje y comunicación, debidas al nivel de ansiedades que despierta todo cambio (ansiedad depresiva por el abandono del vínculo anterior y ansiedad paranoide creada por el vínculo nuevo y la inseguridad). Los roles, fijos al comienzo, deben configurarse en liderazgos funcionales u operativos, eficaces en el «aquí-ahora» de la tarea. El coordinador debe favorecer el vínculo entre el grupo y el campo. La técnica ha de estar centrada en una tarea, donde la teoría y la práctica se resuelvan en una praxis permanente y concreta.
En conclusión, con la técnica operativa se trata de:
a) Conseguir una adaptación activa a la realidad.
b) Posibilitar la asunción de nuevos roles.
c) Poder adquirir una mayor responsabilidad sobre una tarea.
d) Perder los roles inadecuados para la situación «aquí-ahora» de la tarea.
e) Los sentimientos básicos de pertenencia, cooperación y pertinencia de todo grupo, puedan ser producidos de manera armónica, lo que da mayor productividad.
f) Elaboración de las ansiedades despertadas en cada situación de cambio.
II
Como había adelantado, Armando Bauleo ha sistematizado tratando de conceptualizar las nociones enunciadas por Pichón Riviere de una manera un tanto caótica, en lo que se refiere al grupo operativo. Además proporciona aportes originales que vienen a precisar más el campo teórico. De esta manera a la hora de definir el grupo, establece una diferenciación importante entre el concepto de grupo y la experiencia grupal. Grupal. Experiencia grupal es la expresión posible de lo vivido por los sujetos en la experiencia, es el relato de los integrantes, su propio discurso sobre lo sentido y lo percibido. El concepto de grupo y se enuncia desde la ubicación de quien observa y coordina una experiencia grupal. Es decir, desde el lugar de que alguien que, aunque esté en la experiencia, sufre respecto a ella un descentramiento; este descentramiento, proporcionado por la teoría, viene dado por la función, que es la de interpretar o señalar lo que a otros les sucede. Es importante distinguir entre este descentramiento y asimetría, pues mientras lo primero es necesario para poder explicar lo que acontece con un grado de objetividad (o cabría decir de no condicionamiento), lo segundo tendría que ver con una relación de poder: «Yo no soy el sano y vosotros los que os tenéis que curar».
A. Bauleo delimita tres momentos a lo largo del desarrollo del grupo. Estos son la fase de indiscriminación, la fase de discriminación y la fase de síntesis. Estos momentos se suelen dar en este orden, cada una con unas características, pero no impide que se alternen una vez alcanzado estadio de síntesis. Así el grupo funciona como una espiral dialéctica, la cual se desarrolla de manera no circular, pues se vuelve al punto de partida, pero con la riqueza de lo vivido en el grupo dentro de sí mismo.
Precisando más los conceptos de Pichón Riviere, A. Bauleo habla de ubicar al Grupo Operativo según dos planos: 1) Plano de la temática que tiene que ver con todo lo verbal (manifiesto) y 2) Plano de la dinámica, al cual darían forma la emoción y la acción (latencia). Lo ideal es buscar los puntos de unión de los dos para formular interpretaciones.
Ahora bien, sólo a través de la tarea el grupo es grupo. La tarea es el factor por el cual el grupo se ha unido para apropiarse de él y luego accionar con él. Es el tema, ocupación, finalidad o título que hace converger sobre él todo el funcionar de la reunión. Puede haber una tarea manifiesta (que surge como correcta interpretación de las necesidades del entorno), que tiene que ver con el plano de la temática, y una tarea latente (que aparece por la exteriorización colectiva explicitada o no, no necesariamente verbal, de las fantasías de un conjunto de personas), que tiene que ver con el plano de la dinámica.
Armando Bauleo hace una distinción y una aclaración al concepto de Grupo Operativo de Pichón. Este decía que todo grupo es operativo en cuanto tenga una tarea, en cuyo desenvolvimiento se desenvuelve la técnica operativa; Bauleo señala cómo esta denominación involucra una noción de grupo operativo en sentido amplio (cuando incluye concepto y técnica) y en sentido restringido (cuando sólo se tiene en cuenta la finalidad del grupo).
Para la técnica operativa hay que partir de la idea de grupo con tarea explicitada. A partir de aquí, el funcionamiento del grupo es como se indicó con Pichón Riviere: Se trabaja con la tarea, van apareciendo los miedos al cambio (depresivo y paranoide), se destruyen estereotipos, etcétera. Este funcionamiento queda encuadrado, como señalaba, en tres estadios o fases con características bien diferentes, las cuales podemos observar en el siguiente esquema:
Armando Bauleo habla de la teoría del emergente explicando cómo a través de los emergentes, la situación grupal adquiere cierto sentido. Aunque el emergente puede ser una situación o conducta grupal, se refiere asimismo al individuo, que con su manifestación denuncia la situación imperante. Sería éste el portavoz de Pichón Riviere. El emergente es la resultante de lo individual y de lo grupal de un momento dado.
También especifica claramente las funciones del coordinador y observador en el Grupo Operativo. Esto lo veremos un poco más adelante.
III
Como adelantaba, un tercer momento histórico en la evolución del Grupo Operativo, lo marca Nicolás Caparrós en el artículo mencionado, realizado en colaboración con Susana López Ornat. El trabajo aludido es una formalización de nociones y una práctica aplicada a las características de nuestro medio. Vamos a sintetizar dicho artículo siguiendo el orden de exposición.
Se comienza por hablar de la tarea como verdadero líder del grupo operativo, afirmando cómo ésta preside de una u otra manera todo el acontecer de la reunión grupal. Unas veces la tarea surge como una correcta interpretación de las necesidades del entorno y otras por la exteriorización colectiva y no necesariamente verbal de las fantasías de un conjunto de personas. De esta manera se diferenciadla primera (tarea manifiesta) de la segunda (tarea latente) y se observa cómo esta última tiene que ver, sobre todo, con el grupo interno (con las fantasías) y con la resistencia al cambio, siguiendo así la línea de Pichón Riviere.
Se continúa por ubicar al Grupo Operativo dentro de las llamadas técnicas de movilización, en que, a diferencia del grupo terapéutico clásico, la tarea deja de ser un supuesto implícito, para convertirse en algo permanente a explicitar y racionalmente decidido. El artículo señala cómo en la dinámica del grupo operativo se descubren cuatro elementos principales que van a dar cohesión a toda la experiencia:
a) El emergente.
b) Los contenidos latentes.
c) La experiencia grupal.
d) El significado.
A) EL EMERGENTE
No se refiere a cualquier verbalización hecha en el grupo, sino que solamente alude a aquellas intervenciones verbales o extraverbales hechas por un individuo o varios del grupo que tienen que ver con la tarea y proceden del aprendizaje y la experiencia grupal. El emergente tiene lugar en el seno del grupo. Su acción es no consciente. Un buen ejemplo de emergente sería cuando las verbalizaciones de las latencias coinciden con el quehacer grupal. El emergente puede ser o no mediado por una intervención analítica. Si no es mediado por ésta, su mismo proceso le lleva a convertirse en experiencia grupal.
B) LOS CONTENIDOS LATENTES
Representan de alguna manera las resistencias individuales frente a la fusión en lo colectivo; aún dentro de lo colectivo, son exponentes de las dificultades ante el proceso creador (tarea). Los contenidos latentes son siempre expresión de una ideología y, por lo tanto, hay que tratarlos desde este punto de vista. Ésto es fundamental, dado que si no estaríamos en el marco de la ideología dominante que trata de mantener la dicotomía individuo-grupo, dicotomía cuyas exteriorizaciones se pueden observar en la competitividad, agresividad, etc. Los contenidos latentes deben ser remitidos de inmediato a la tarea concreta, es decir, confrontados S y contextuados en un proceso de cambio específico.
Hay dos niveles de latencia: 1) los contenidos que resultan de la propia experiencia grupal y que para el sujeto, naturalmente, no son conscientes. Este primer nivel está influido por las latencias más arcaicas. 2) Este segundo nivel está constituido precisamente por las latencias más arcaicas (el grupo interno y toda una serie de experiencias extragrupales).
C) LA EXPERIENCIA GRUPAL
Ya hemos citado que es Armando Bauleo quien expone y analiza este tema. Como se señaló anteriormente es un lugar directamente expresado sólo por los integrantes del grupo y no por los observadores o coordinadores. La experiencia grupal es un producto, tanto intelectual como afectivo (predominantemente latente) de los miembros y de los mensajes manifiestos, que, a modo de feed-back, provoca nuevas experiencias. Como en todo proceso dialéctico, la experiencia grupal produce nuevos emergentes (manifestaciones de la experiencia), da lugar a significados J (aprendizaje grupal) y suscita y reverdece contenidos latentes. /
La experiencia grupal puede aparecer: 1) Por libre asimilación (sin que medie interpretación de los emergentes); 2) por concienciación grupal –preverbal- de los diferentes niveles de latencia, y 3) mediante la interpretación de una anterior experiencia que provoque otra.
No es sólo objeto de conocimiento en la experiencia grupal o en los emergentes (manifestaciones de la experiencia), da lugar a significados emoción-acción.
Como partimos de una visión dialéctica del grupo, el significado no se puede considerar como un producto final, sino como un instante de con-cienciación-vivenciación posibilitador del desarrollo, es decir, conlleva de forma inevitable un proyecto.
Estos cuatro elementos de la dinámica del Grupo Operativo se pueden ver esquematizados en el siguiente esquema, tomado del mencionado artículo:
En lo que se refiere al problema de los roles, son considerados siempre en función de la interacción grupal. Emergen de una situación específica y es ésta la que en última instancia provoca la vitalidad de determinados tipos de roles (líder, chivo emisario, radar, líder inicial, gregarios, etcétera).
En el Grupo Operativo, el rol siempre hace mención a la tarea explícitamente expuesta, y por tanto y en función de ésta hay una doble opción: roles de cambio y roles de resistencia al cambio. El referente explícito de cambio o no cambio viene dado por la tarea y de esta forma ella es el verdadero líder del grupo, aunque una y otra vez surjan multitud de líderes situacionales, en virtud de los diferentes momentos de la misma.
Nos queda únicamente por considerar los roles de coordinador y observador en el Grupo Operativo. Debido a una postura ideológica basada en la competencia en el ejercicio de la profesión y en las pocas publicaciones al respecto, se ha pensado que mientras el observador aparece como segundón, el que se «calla», el que sólo puede «ver», «observar», el que participa poco, el que está aprendiendo, el coordinador es el sobrevalorizado, el que dirige, el que sabe más, etc. Esto representa una postura ideológica, a la cual hay que combatir y que además es incompatible con la técnica operativa, donde si hay un líder, éste es la tarea. Si el grupo deposita liderazgos en la pareja coordinadora, hay que devolverlos al grupo.
El coordinador y el observador se diferencian por sus funciones. El primero visualiza y explícita el vínculo entre la tarea y el grupo. El segundo puede realizar una triple función: 1) Observar la temática y la dinámica, 2) leer los emergentes, 3) efectuar señalamientos (describir lo que ocurre) y/o formular interpretaciones.
BIBLIOGRAFÍA
Bauleo, A.: «El grupo operativo». Artículo publicado en los Cuadernos de Psicología Concreta, núm. 1. Buenos Aires.
Bauleo, A. (1970). «Ideología, grupo y familia». Buenos Aires: Ed. Kargieman.
Kesselman, H. (1972) «Psicoterapia Breve». Buenos Aires: Ed. Kargieman.
Pavlovsky, E.; Kesselman, H.; Frydlewsky, L: «Manual para coordinadores de grupo». Ediciones Siglo XXI (en prensa).
Pichon Riviere, E. (1970) «Del psicoanálisis a la psicología social». Buenos Aires: Ed. Galerna. 2 vol.
Varios (Bauleo, A.; Caparrós, A.; Caparrós, N., etcétera): «Psicología y sociología del grupo». Madrid, Fundamentos, 1974.
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